lunes, 14 de diciembre de 2015

Sardinas Marinadas

Hace unas semanas me pasé por la pescadería en busca de algo para cenar esa noche. Mientras esperaba mi turno, y pensaba en qué llevarme, unas sardinas no paraban de hacerme ojitos. Después de coger un kilo de calamares por aquí y medio salmón por allá, decidí llevarme las sardinas para hacer un plato el viernes por la noche. ¿Sardinas para un superplato de cenita especial de viernes? Pues sí, a veces con los ingredientes más sencillos puedes hacer muy buenos platos y esas sardinas me transmitieron buen rollito.  Me acordé de una receta de Sergi Arola que alguna vez había visto y me sonaba que eran sardinas marinadas. Recordad que si van a ser marinadas necesitas congelarlas si o si, así que hay que comprarlas unos días antes.

Esa misma tarde, y con mis sardinas ya en casa, buceé un poco por internet para dar con la receta y ver si iba a poder hacerla o por lo menos adaptarla. Lo primero que vi es que el marinado tardaba 12 horas en completarse, por lo que el jueves ya me tenía que poner con ellas.

Como me encanta enredar con la comida me llevé las sardinas enteras, con sus escamas, su cabeza y sus tripas, vamos, el kit completo. Os recomiendo que en la pescadería os las hagan en filetes, que es como se necesitan para hacer el plato. Porque a mi, a pesar de gustarme, se me hizo un poco pesado todo el proceso de limpiarlas y al final te quita tiempo, eso que no eran muchas.

En cuanto a seguir el plato al pie de la letra hubo algún paso que simplifiqué, como el puré de tomate. En la receta original, una vez rallado se deja escurrir sobre un trapo. El mío iba simplemente rallado.  También está el pan de acompañamiento, él utiliza pan de molde cortado finísimo. Para lograr cortarlo así, hay que congelarlo y disponer de una máquina cortafiambres o una mandolina en condiciones. Así que yo partí unas regañás y se las puse encima. El resultado obviamente es un poco más basto. También puse cebolleta que originalmente no lleva. Con las cantidades fui un poco hippy y las cambié un poco. Y para acompañar utilicé aguacate, que me encanta y les iba muy bien.

Al final con un proceso sin mucha complicación, unos ingredientes fáciles de conseguir y un pescado muy asequible, queda un platazo de los de disfrutar cada bocado hasta el final.

INGREDIENTES
(2pax)

6 sardinas medianas
1 tomate (pesaba 195g)
25g de cebolleta
25g de puerro (parte blanca)
25g de zanahoria
25g de apio
1 cucharada de cebollino picado
Huevas de arenque (3 cucharaditas de las de café)
2 aguacates no muy grandes
0,5 l de agua
150ml de vinagre
Sal y pimienta
Limón
Aceite de oliva

El primer paso es limpiar las sardinas y hacerlas en filetes. Y después deberíamos congelarlas para evitar problemas de anisakis. El día antes las sacamos y una vez descongeladas, las metemos en agua fría durante 30 minutos para que suelten restos de sangre que puedan tener y quede la carne más blanca. A continuación ponemos los filetes en un recipiente en el que habremos echado el medio litro de agua con sal (tiene que estar bastante salada, como agua de mar) y el vinagre. Lo dejamos 12 horas tapado en la nevera. Una vez pasado este tiempo, las escurrimos y las ponemos en otro recipiente cubiertas con aceite de oliva. Aquí tienen que estar por lo menos 2 horas.

 



Es hora de ponernos con el plato completo, en primer lugar partimos el tomate a la mitad y lo rallamos. Le añadimos un chorrito de aceite, sal y reservamos.

Ahora vamos a por el relleno. Picamos muy menudito el puerro, la zanahoria, el apio y la cebolleta, mezclamos y salamos un poquito. No os paséis con la sal que todavía falta añadir las huevas. Incorporamos las huevas y probamos de sal por si queremos añadir un poco más. Echamos el cebollino y ya tenemos nuestro relleno.


Toca rellenar las sardinas, las sacamos del aceite y las enrollamos para poder rellenarlas. Como no había quien hiciera que se quedaran enrolladas, cogí un trocito de palillo para unir los extremos y poder así poner el relleno. Ya sé que el palillo no tiene mucho glamour, pero lo escondí bien y avisé a mi maridito para que con la emoción del momento no se lo fuera a comer.


Una vez rellenas, ponemos encima un  poquito del tomate rallado y un trocito de pan. Nos falta el aguacate, que no tiene más ciencia que cortarlo en trocitos, añadirle sal y pimienta, aceite de oliva y un chorrito de limón.  El resto del puré de tomate lo distribuís también por el plato y listo.

Aquí está el resultado, un plato riquísimo y muy, muy vistoso.


         

Espero que os guste y sobretodo que os animéis a hacerlo, las navidades pueden ser un buen momento.



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